lunes, 6 de abril de 2015

'Tropa de Élite 2' y el síndrome de Estocolmo

Hay películas que no sobreviven a las expectativas. En otros casos, da igual lo bien que te la hayan vendido o lo que te hayas montado en la cabeza. Nada puede prepararte para lo que estás a punto de descubrir. Apuntada en la lista de pendientes desde hace más de lo que puedo recordar, el segundo largometraje de Jose Padilha me sorprendió mientras daba por terminada la cena y me disponía a retirarme para leer o escribir. Ni siquiera es que sea demasiado aficionado al TDT más allá de los ratos en los que como o en algún momento que apetezca apalancarse en el sofá sin molestarte en qué poner, pero tampoco reniego de la televisión pública, y si Paramount Channel había organizado la encerrona, no iba a ser yo el que me negase a entregarme.

Tampoco es que la tuviera todas conmigo al estar cansado, no haber visto la primera y ni siquiera guardar un buen recuerdo de la única película de Jose Padilha -'RoboCop'- que había visto. Pero como a la vida hay que echarle agallas y los remilgos son para el compos me dije que demonios, y el resultado fueron dos horas cargadas de adrenalina, balas perdidas y vitriolo frente a las que no hay escapatoria posible.

Pieza crucial para entender el cine de acción actual y heredera directa del Scorsese más criminal, supone otra descomunal broma por parte de Paramount haberla programado en las fechas que estamos. Porque si todavía tenías un mínimo de esperanza por ese campo de lobos que llamamos estado del bienestar, Padilha no deja títere con cabeza, reflejando una situación tan próxima ya vivas al sur de las favelas o en la periferia de Madrid. Con sus distancias, claro. Pero tan importantes como sus similitudes. Altamente recomendable. 

Para más información sobre la película, acudir a la reseña del señor Juan Luis Daza, que la analiza en mayor profundidad. 

 

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