lunes, 30 de mayo de 2016

Omega Men: El alfa y omega de Kyle Rayner


Nunca he entendido la fascinación por Hal Jordan. El tipo venía a ser el Clint Barton de DC Comics, sin ese encanto fruto ser un bocas terco y temerariamente bravucón que se codea con dioses y superhombres. De la cuerda tensa y el puñado de palos al anillo superoderoso, pasar del Regular Joe de los Vengadores al piloto de combate con tendencia al amotinamiento se me hace francamente difícil para empatizar con el madero cósmico, a menos que seas un hijo de la América de los 50. Sin embargo, todos pasamos por el aro cuando lo trajeron de vuelta. Puede que porque había cierta sensación de justicia tras la trágica forma en la que se quitaron de en medio al Green Lantern, o puede que simplemente porque -Rebirth- Geoff Johns fue una gran saga.

El caso es que aunque ahí estuvimos todos cuando comenzó su nueva serie regular, no tardé en empezar a ser consciente de que aquel Top Gun que quería ser Han Solo era un coñazo. Fue entonces cuando comencé a ver más allá de Jordan, flirteando con otros rincones del universo esmeralda mientras me daba cuenta de que había otros Lanterns mucho más interesantes que él. Guardando un lugar muy especial para ese Guy Gardner al que de alguna manera acabé poniendo la voz de Ramón Langa, para mi el mejor Green Lantern de todos los tiempos siempre será -a pesar de la lacra que arrastra como hijo de los noventa- Kyle Rayner.

Víctima del infame momento que dio pie al movimiento Women in Refrigerators, no es tanto que me resulte mucho más fácil conectar con sus orígenes y que vea unas posibilidades infinitamente más amplias a emparentar el anillo de poder con la imaginación de un artista gráfico. Es que -en general- siempre le he visto más madera de héroe de la que ha mostrado nunca Jordan, y una trayectoria mucho más agradecida e interesante entre todo lo que he leído de ambos. Protagonista de la recién finalizada Omega Men de Tom King, cuando pienso en las sagas de Kyle Rayner no dejan de invadirme recuerdos de grandes momentos de épica desatada, humanidad desbordante y ese gusto sci-fi para explorar cuestiones derivadas de la aproximación de nuestra especie a poderes cósmicos más grandes que la vida.

 
Cuando pienso en Hal Jordan sin embargo, todo lo que me viene a la cabeza es alguna que otra buena historia en la que está el como podría estar cualquier otro, así como imágenes de esta especie de Zapp Branigan con traje verde repartiendo derechazos en la mandíbula, de Jordan cambiando aleatoriamente de color de traje sin nunca pasar por el rosa -no sea que luego la gente hablase-, strippers cósmicas y punch-lines a la mejor tradición de las películas malas de los noventa. Pero la fama es la que es, y aunque a título personal creo que fue su regreso y el de Barry Allen lo que inició la debacle de DC, ahí lo seguimos teniendo al frente de la colección de los Green Lantern Corps de Robert Venditti, mientras que de Kyle Rayner todo apunta que no volveremos a saber nada de aquí a un largo tiempo.

Algo que cómo fan del personaje bien podría abordar con la tristeza de ese temido adiós que pendía sobre su cabeza desde hace años, pero que con esta maxiserie de 12 números de los Omega Men ha terminado por ser el broche perfecto para una de las andaduras personales que más he disfrutado en mi trayectoria como lector de DC Comics. Lejos quedan los días de aquella JLA de Grant Morrison, en la que aquel último Lantern se unía -a pesar de su inexperiencia- a los mayores héroes de la editorial, convirtiéndose en la ventana del lector para aproximarse a estos dioses con forma humana. La escena de Tierra 2 en la que el grupo trataba de pasar desapercibido en el mundo del Sindicato del Crimen, y Kyle se cargaba la tapadera al no poder quedarse de brazos cruzados mientras un desgraciado maltrataba a un perro callejero sigue grabada a fuego en mi memoria como una de las que mejor supieron definir el idealismo del personaje...


como lo fue también para su su determinación a no dejarse amilanar por la voz de la autoridad su cara a cara con un Superman tan hipócrita como para soltarle que ningún hombre debería tener tanto poder. Reflejado durante la etapa de Rayner como Ion en el Green Lantern de Judd Winnick, la cuestión de qué pasaría si aquel viejo lema de que el poder absoluto corrompe absolutamente es más un reflejo de los miedos de los que se ven privado de este que algo que realmente deba suceder por sistema flotaba en una saga en la que el guionista de Green Arrow le daba la vuelta a la tortilla. Sin más herramienta que la del altruismo y unas ambiciones realistas que nunca abandonaban la consciencia de que -aun en plena fase omnipotente- seguía siendo aquel zagal de clase humilde que encontró su anillo en un callejón tras la puerta trasera de un tugurio de mala muerte, aquel Kyle Rayner desbarataba la idea elitista de que el poder deber ser limitado a unos cuantos afortunados, logrando un control mucho mayor que otros héroes más experimentados.


Joe Kelly por su parte lo usó poco en su JLA, pero lo hizo lo suficiente como para dejar huella con su enorme papel en la Era de la Obsidiana. Junto a Doug Mankhe a los lápices, el guionista fue de los primeros en jugar con el aspecto de cordero sacrificial que ha perseguido al personaje desde entonces. Como aquel protagonista de Gattaca, Kyle se mostraba incapaz de dejar nada para el camino de vuelta mientras hubiera alguien en peligro, convirtiéndose en testigo del horror del desmoronamiento de la Liga de la Justicia durante la cruenta batalla contra la Liga de los Ancianos.


Demasiada tragedia para un par de vidas, por lo que no es de extrañar que decidiera tomarse un descanso, para poco después volver como llave para la resurrección de Hal Jordan en Rebirth. Aquella podía haber sido la última aventura de Kyle Rayner para dejar espacio para el regreso del Green Lantern de la Edad de Plata, y así viví con cierto temor cada una de las páginas de la mini-serie hasta que Geoff Johns dejó claro que sus intenciones eran muy distintas. Elevando todavía más el rol heroico de Rayner al convertirlo en la clave para derrotar a Parallax y el único Lantern que realmente había conseguido entender el miedo, Kyle protagonizaba uno de los grandes momentos de su historia con el cruce de manos con su predecesor.


Un encuentro que terminó siendo un mero anticipo de lo que nos esperaba en la Guerra de los Sinestro Corps, cuando las tornas se cambiaron y fue Hal quien tuvo que rescatar a Kyle, rematando la saga con uno de los mejores momentos que Geoff Johns ha dado para la compañía: El enfrentamiento de Rayner y Jordan contra Sinestro en un edificio en construcción, los tres con la energía de sus anillos a cero.


Este podría haber sido un gran final para la andadura de Rayner si -por cualquier razón- la compañía hubiera decidido jubilarlo sin necesidad de acabar con su vida. Pero no. Nuevamente volvería a ser un aperitivo, en este caso de la etapa que terminó de elevarlo a mi Olimpo personal de héroes DC, con su camaradería con Guy Gardner en los Green Lantern Corps de Peter J. Tomasi y Patrick Gleason. Cada una de las sagas de esta etapa es épica desatada de superhéroes en su forma más pura, en un continuo crescendo con momentos tan álgidos como el enfrentamiento contra Mongul en el planeta de la Merced Negra, la batalla contra Kryb por el destino de los hijos del Corp o esa monumental saga que es Eclipse Esmeralda. Con la fuga de las celdas de Oa como desencadenante, el momento de Kyle y Guy como último bastión del heroísmo frente a unos Corps que habían decidido aceptar el uso de la fuerza letal contra sus enemigos es probablemente uno de los más crudos e intensos que ha dado la franquicia en toda su Historia.


Punto clave en un ascenso que ya no se iba a detener, y que continuaría en La Noche Más Oscura con el dúo de Lanterns de la Tierra regresando a Oa para encabezar la resistencia contra sus compañeros caídos, brindándole una nueva oportunidad a Rayner para demostrar que su heroísmo es solo equiparable a su tendencia a convertirse en martir.


Faceta que, una vez más, volvería a demostrar en su desesperado intento de rescatar a su mentor Ganthet de las maquinaciones de los Guardianes Corruptos, aunque se tuviera que dejar la vida en ello. Esto ocurriría en la saga del Alzamiento del Tercer Ejército de los Nuevos Guardianes de Tony Bedard con Aaron Kuder a los lápices...


quien poco después nos ofrecería esta espectacular splash page durante el introspectivo enfrentamiento de Kyle contra Volthoom en la Ira del Primer Lantern.


Tras esta saga llegaría el nunca suficientemente valorado Justin Jordan, quien hizo de los Nuevos Guardianes la última serie verdaderamente interesante de la franquicia tras la marcha de Johns, abordando la nueva condición de Kyle como White Lantern, su apoyo en Carol Ferris y una faceta exploradora en la que Rayner se enfrentaría a diferentes cuestiones sobre la deidad o los límites de la humanidad en sus viajes por diferentes mundos.


Así, hasta concluir su viaje en una de las grandes joyas de los Nuevos 52, con la que Tom King volvió a demostrar que el título como uno de los mejores guionistas del panorama de superhéroes actual se le comienza a quedar corto. Pudiéndose describir como un cruce entre los X-Force de Simon Spurrier y el Punisher MAX de Garth Ennis si en lugar de ambientarse en la Tierra fuera una space opera ubicada en el espacio, en Omega Men, King ofrecería un tormentoso relato sobre la guerra sin el más mínimo espacio para la esperanza o el idealismo, arrancando bien fuerte con una escena que daba un salto en la historia para plantarnos en la cara nada menos que la ejecución de Rayner.


Doce entregas después, Omega Men ha quedado no solo como la superlativa despedida -quien sabe hasta cuando- de Kyle Rayner, sino también como una serie imprescindible tanto para los fans de DC como para cualquier fan de la ciencia ficción al más puro estilo de Starship Troopers o el género bélico existencialista al más puro estilo Kubrick / Coppola con un mínimo de gusto. Habiendo sabido encajar como un guante a ese dibujante de cómics embarcado en una odisea espacial en un entorno que no podría ser más ajeno a su idealismo, King nos brinda su propio Valley Forge, Valley Forge, con este adiós para el recuerdo que el destino ha querido haya podido disfrutar con la banda sonora del Reino de los Cielos de fondo. Muy apropiado a pesar de ser dos obras que aparentemente no tienen demasiado en común, siendóme difícil no ver aquel desgarrador sentimiento de pérdida reflejado en la mirada de Eva Green al contemplar Jerusalén por última vez, como un perfecto compañero de viaje para las últimas páginas de este turbulento viaje por el corazón de la guerra protagonizado por Kyle Rayner y los Omega Men.
 

1 comentario:

  1. Más que apuntada. Ya me la habían recomendado por Goodreads, pero leyendo también tu excelente comentario y repaso por la carrera del siempre poco apreciado Kyle Rayner, ya no puedo negar el interés por leer esta obra.

    Un saludo enorme y sigue escribiendo entradas a este nivel, ¡saludos!

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