domingo, 5 de noviembre de 2017

Hawkeye Jeremy Renner, la sal de la tierra


"Ok, ok. Mírame. Es tu culpa, es la culpa de otro... A quién le importa. Escucha, la ciudad esta volando. ¿Ok? La ciudad está volando y estamos luchando contra un ejército de robots. Y yo tengo un arco y unas flechas. Nada de esto tiene sentido, pero aun así voy a volver afuera porque este es mi trabajo, ¿ok? Pero lo que no puedo es hacer mi trabajo y a la vez hacer de niñero. Así que no importa lo que hicieras o lo que fueras. Si sales ahí fuera vas a luchar, y vas a luchar como si te fuera la vida en ello. ¿Que decides quedarte aquí? Bien. Enviaré a tu hermano a recogerte. Pero en el momento que decidas salir por esa puerta, serás una Vengadora" 

El Ojo de Halcón de los comics es un personaje que me ha apasionado desde que tengo uso de razón, puede que por lo que siempre me gustaron desde pequeño personajes como Robin Hood y Guillermo Tell -mitiquísima la serie de este- o puede que por su indoblegable personalidad de encantador gañán bocachancla y buscabullas. 

Pero que me guste la definición de un personaje no implica que no me pueda gustar también una variación del mismo. Y aunque el Ojo de Halcón Ultimate en el que se inspira no es ni mucho menos santo de mi devoción, he de decir que lo de buscar las raíces del Clint Barton en la Ámerica familiar de la tarta de manzana, las interminables hectáreas de tierra cultivable, la granja labrada con sus propias manos, las herramientas artesanales hechas por si mismo y el plan de jubilación cada vez me parece más brillante. 

Hijo directo de un Clark Kent que ni siquiera necesita de herencia alienígena para unirse a los más poderosos héroes de la TIerra sin más poder que la de su puntería y un arco -qué más hace falta para enfrentarse a Loki, las hordas chitauri, enemigos con superpoderes, los ejércitos robóticos de Ultrón o Thanos-, este Middle Aged Hawkeye que llega a los Vengadores con la sabiduría de la tierra y la veterania de la edad curtida es lo que le hacía falta a este equipo de supersoldados de Nueva York, empresarios de alta cuna, dioses, brillantes científicos y superespías internacionales para ser realmente plural. 

Que al fin y al cabo, dentro del esquema de los Vengadores, Ojo de Halcón siempre brilló por ser la imagen del hombre de a pie y -aunque sea de forma diferente, más regular joe de los que alimentan día tras día a la nación con el sudor de su esfuerzo desde todas esas poblaciones de Estados Unidos que no aparecen en las sit coms que la idealización cosmopolita del cowboy de medianoche llegado a la gran ciudad- esto es algo que el Clint Barton cinematográfico lo clava. 

Y además de que forma. Porque ya no es que es que se remonten hasta la visión romántica del corazón de América que ha quedado impreso en buena parte de la literatura de Mark Twain. Es que lo han hecho remontándose mucho más lejos en sus raíces hasta convertirlo prácticamente en una reimaginación contemporánea del personaje de James Fenimore Cooper. Pena que esto último tampoco implique un futuro demasiado favorable para su persona...

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